
Es el padre de la criatura. El responsable. El autor intelectual. Es quien llevó a cabo el trabajo más difícil: ese de lograr disimular la supuesta falta de gol. Hizo todo bien, no le erró nunca. Supo transmitires a los jugadores cuál era la fórmula, de qué manera había que avanzar. Condujo a Estudiantes a su estrella más difícil, y lo hizo de la forma más pincharrata: apelando al sacrificio, la solidaridad, la unión y la solidez. Los jugadores le respondieron, y el DT con más sentido de pertenencia de los últimos tiempos les enseñó el Norte de la brújula para dar otra vuelta olímpica. Sólo queda aplaudir.
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